Empiezo la jornada cambiando mis
ruedas por las del coche de alquiler, pues 164 km separan Milán de Verona, mi
próxima parada.
Dejo el coche en un parking y
accedo al centro de la ciudad a través de una de las puertas antiguas, cuyo
muro medieval aun se conserva.
Justo al salir del hotel me
encuentro con La Arena, anfiteatro romano del año 30 con capacidad para 30.000
espectadores y donde se escenificaban los ludii (juegos y espectáculos de la
época). Eran muy famosos y venían de muchos lugares de Italia para verlos. En la actualidad se representa ópera.
Está
ubicado en la Piazza Bra, la más grande de la ciudad y donde podemos encontrar
otros edificios de interés como el Palazzo Barbieri (Ayuntamiento) y el Palazzo
Della Gran Guardia.
Un solo día es suficiente para
recorrer las calles de esta bonita ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad
por la UNESCO, gracias a la importancia y valor de sus edificios históricos.
¿Dónde voy? Venga vale, visitaré
a Julieta en su casa.
Justo a la entrada hay un muro
donde se pueden dejar mensajes. El ayuntamiento los retira dos veces al año: la
víspera de San Valentín y el 17 de septiembre, cumpleaños de Julieta.
Al pasarlo está el patio donde
tenemos una tiendecita con recuerdos, la famosa Julieta cuya teta izquierda hay
que tocar y el acceso a su casa.
También hay una pared donde dejar
un candado
como símbolo de amor.
Una vez dentro de la casa de
Julieta, se puede comprobar como vivían en la época (hay mobiliario, algún
traje, utensilios,…) y asomarse al famoso balcón donde esperaba a su amor.
Una película hizo famosa las
cartas a Julieta y puedes depositarlas en
Piazza Erbe, bonita y animada con
puestos para comprar souvenir y la estatua de la Madonna Verona en su centro.
En esta misma plaza nos
encontramos con el Palazzo Della Ragione con su Torre Dei Lamberte (torre
medieval con 84 m de altura y construida entre el s. XII y XV), la galería de
arte moderno y Archille Forti.
Siguiendo por uno de sus
laterales
está la Piazza dei Signori.
Le Arche Scaligere, monumento
funerario gótico de la familia degli Scaligeri.
La Iglesia de Santa Anastasia,
la más grande de Verona. De gótico italiano, está levantada sobre dos templos
anteriores. Sus obras se prolongaron durante dos siglos (s.XIII-XV) quedando su
fachada incompleta.
La historia de la ciudad está
ligada al río Adagio, así es que paseo por las calles hasta acercarme a él.
La Iglesia de San Fermo en la
orilla del río tiene la peculiaridad que contiene dos iglesias en su interior:
la inferior para conservar las reliquias de San Fermo y San Rústico; y la
superior para el culto habitual.
Siempre me encanta encontrarme
por las ciudades
que recorro a familiares lejanos.
El Puente de Piedra es uno de los
más antiguos de la ciudad y guarda su encanto pues, aunque llevó casi 20 años
su reconstrucción, se usaron materiales originales encontrados en el lecho del
río.
Una última parada para repostar y
degustar algún plato típico de la cocina italiana.