No he pasado ni unas horas en Estambul y son suficientes para saber que estoy en otro mundo. A las 5 de la mañana me despierta la llamada a la oración y, confundida, me asomo a la ventana de mi habitación. ¡Sorpresa! Una mezquita justo en frente, la primera de mi visita pero adelanto que no la única.
Decido aprovechar y ponerme en marcha, hay que estirar las ruedecitas.
Comienza mi visita a esta hermosa ciudad con un agradable paseo.
Me encuentro con una ciudad llena de vida. Gente de un lado para otro, tanto del lugar como turistas, muchos turistas. Así llego a Sultanahmet, explanada que impresiona al tener a un lado Santa Sofía y al otro La Mezquita Azul.
Fue una basílica bizantina hasta que Sulimán el Mágnifico la conquistó y, cautivado por su belleza, no fue capaz de destruirla. Se convirtió entonces en mezquita hasta que en 1931 Atatuk la desacralizó para convertirla en lo que es ahora, un museo.
Cuando se construyó era la mayor del mundo (hoy es la 4ª) y lo fue durante casi 1.000 años hasta que se alzó la Catedral de Sevilla, curioso dato.
Ha sido reconstruida 3 veces a causa de terremotos y derrumbes.
Su belleza tanto interior como exterior se deben a su construcción y sobre todo a su cúpula de 32 m suspendida en el aire a 57 m sin estructuras de apoyo, muros o columnas. Está encadena con 2 bóvedas que a su vez se derraman en otras 4 más pequeñas.
La planta tiene unas dimensiones de
71 * 77 m.
El interior es impresionante y la atmósfera que se respira es única, en parte gracias a las enormes cristaleras adornadas; las lámparas que cuelgan con las que parece que vas a chocar; el mimbar o púlpito del imán; el mihrab u hornacina que señala la dirección de la Meca y ese olor del paso de la historia impregnado en sus muros.
Junto a la puerta imperial, está la columna de los lamentos en la que se pone el dedo gordo y se gira la mano dando la vuelta completa pero sin levantarlo, solo así se cumple el deseo solicitado. ¡Qué fastidio! Una amiga tuvo que hacerlo por mí.
Mosaico bizantino: Cristo Pantocrator |
Mosaico bizantino: Cristo recibiendo regalos |
Cuantos recuerdos al ver estas imágenes de cuando era una maleta estudiante.
Retablo cristiano |
Antes de cruzar a La Mezquita Azul, bajo unos peldaños, 52 más concretamente, con cuidado eso sí, para ver la Cisterna Basílica, Yerebatan Sarayi (Palacio Sumergido) o Yerebatan Sarnaci (Cisterna Sumergida).
Tengo que pararme un momento, la visión es maravillosa. Desde el exterior solo se ve una puerta pero cuando uno llega a abajo...
Se trata de una impresionante cisterna construida bajo Estambul en la época bizantina (año 522, Justiniano I) cuya función era abastecer a la ciudad y al palacio ante los contínuos asedios.
Dejó de usarse hacia finales del s. XIV y no fue hasta la mitad del s. XVI cuando el investigador P. Gyllus la descubrió en una serie de inmersiones, escribiendo sobre ella en su libro de viajes.
No es hasta mediados del s. XIX cuando se restaura y se permite su visita.
Tiene aproximadamente 143 m * 65 m y es capaz de albergar 80.000 m cúbicos de agua.
Son 336 columnas dispuestas en 12 filas de 28 columnas cada una y de las cuales las más famosas son 2 situadas al fondo y cuya base tienen la cara de Medusa, invertidas quizás por superstición.
Bueno, tras esta grata sorpresa continúo el paseo por Sultanahmet para llegar a La Mezquita Azul o Mezquita del Sultán Ahmed o Sultanahmet Camii.
Fue construida para apaciguar a Alá pero terminó enfureciendo a muchos por varios motivos.
Primero, se construyó en el lugar que ocupaba el Gran Palacio de Constantinopla y parte del Hipódromo, usando sus materiales en la nueva construcción. Además tuvieron que comprar otros Palacios a un precio muy superior por el mismo motivo.
Segundo, como fue un tiempo de paz no pudieron usar los fondos de los botines de guerra sino que utilizaron los fondos del Tesoro.
Y tercero pero no menos importante, la construyeron con 6 minaretes, única en Estambul en ese momento pero igual al número de las que tenía la Meca. Esto llevó a que el sultán mandara construir una séptima en la Meca.
En el patio hay una zona preparada para las abluciones o baños rituales.
Cuenta con un trozo de la piedra negra sagrada de la Kaaba inscrustada en el mihrab.
El interior está revestido con más de 20.000 azulejos de cerámica hechos a mano fabricados en Izmik con más de 50 diseños distintos de tulipanes. En los niveles superiores los azulejos tienen peor calidad por falta de presupuesto.
El suelo está cubierto de alfombras que donan los fieles y que se van
sustituyendo. No se puede entrar con zapatos por lo que hay una zona para sentarse y despojarse de ellos, algo innecesario para mí en la
visita. Tengo que decir que el olor a pies...
La luz natural entra a través de 200 vidrieras de complejos diseños.
Curiosidad: en las lámparas ponían huevos de avestruz para evitar que las arañas tejieran sus telas ¿funcionaría?
La decoración incluye versos del Corán.
Cerca pude encontrar la tienda "Hanika" de 2 españolas y el restaurante "Enjoyer", muy comentados en foros y blogs de viajeros. Merece la pena comprar recuerdos a estas chicas y hablar con ellas. Tampoco me defraudó los platos típicos que pude degustar y, con el hambre que llevaba tras mi recorrido, pasar un rato muy agradable descansando e intercambiando risas con el dueño del local.
Bueno para un día no está nada mal. He descubierto que esta ciudad me encanta. Antes de tumbarme a descansar termino como lo empecé, viendo la mezquita desde mi habitación.