sábado, 28 de marzo de 2015
sábado, 14 de marzo de 2015
Mi quinto viaje: Munich Noviembre 2013
Un nuevo viaje en buena compañía.
Hasta el avión nos sonríe
deseándonos feliz viaje.
Menos mal que utilicé el servicio de recogida en el aeropuerto. Llegar a hora punta supuso dos horas y media de coche, demasiado tráfico.
Eso hizo que mi primera toma de contacto con la ciudad fuera ya tarde, aunque mereció la pena.
Karlstor o Puerta de Carlos, es medieval, por donde se entra al centro de Munich y que sirvió de acceso a la ciudad amurallada entre 1319 y 1791.
Rodando por las calles
principales y peatonales –Neuhauster Str y Kankingerstrasse– me encuentro la
Brunnenbüberl o fuente del niño, bonitos edificios y la Catedral de Nuestra
Señora de Munich o Frauenkirche, con sus dos torres de 99 metros de altura y que
son símbolo de la ciudad.
Estas calles desembocan en la Marienplatz, en la que destaca la Columna de María, Marien Säule, pilar levantado por Maximiliano I en 1638 en honor a la patrona de la ciudad (en el centro), el Nuevo Ayuntamiento “Rathaus” con su famoso carrillón (a la izquierda) y el Antiguo Ayuntamiento "Altas Rathaus" (al fondo). No está mal para ser la primera visita.
Y como no, acabar la jornada en la más famosa cervecería bávara de la ciudad Hofbräuhaus, creada en 1589. Hay música en vivo, jarras de cerveza y los platos típico alemanes, ¿qué más se puede pedir para terminar un primer día de viaje?
Desde la Hanpbahnhof Central
Station se toma un tren hacia Fussen a 130 km de Munich. De ahí, un autobús que llega bajo el Castillo Neuschwanstein, la visita de este segundo día de viaje.
Resultó ser toda una odisea y eso que llevaba la entrada reservada por Internet. Es conveniente hacerlo, es uno de los sitios más visitados de Alemania, con sus 1,4 millones de visitantes al año. Aunque hay que calcular bien el horario, pues desde donde deja el bus hasta el castillo hay unos 30 minutos andando, con paradas para fotos incluidas. También se puede subir en coche de caballos, recomendable si te duelen las ruedecitas.
Resultó ser toda una odisea y eso que llevaba la entrada reservada por Internet. Es conveniente hacerlo, es uno de los sitios más visitados de Alemania, con sus 1,4 millones de visitantes al año. Aunque hay que calcular bien el horario, pues desde donde deja el bus hasta el castillo hay unos 30 minutos andando, con paradas para fotos incluidas. También se puede subir en coche de caballos, recomendable si te duelen las ruedecitas.
El castillo fue construido a finales del siglo XIX, de estilo neogótico y fue encargado por el Rey Luis II de Baviera apodado el Rey Loco. Fue diseñado como un ideal romántico del castillo para el caballero medieval e inspirado en las obras del compositor Richard Wagner. De ahí que sirva más como escenario teatral habitable que como un castillo funcional.
Se accede por una barbacana
simétrica flanqueada por torres laterales. Es la única zona del castillo
decorada con colores contrastantes y en su zona superior tenía el propio Luis
II unas dependencias desde donde vigilaba el desarrollo de las obras.
Al entrar y subir unas
escaleras, nos encontramos con el patio de armas: el lado norte alberga la casa de
los caballeros (Ritterhaus), el lado sur el cuarto de las damas y
el lado este es el propio palacio con 5 plantas; y la “torre cuadrada”, de más
de 45 m
de altura que de nuevo sirve más a propósitos decorativos que funcionales.
Desde su plataforma se disfruta de maravillosas vistas de las estribaciones de
los Alpes.
El castillo es una composición de torres y muros que pretendían armonizarse con las montañas y los lagos de su entorno. Está sobre el desfiladero de Pöllat en los Alpes Bávaros y se alza sobre el Castillo de Hoheschwangan (también de Luis II) y los lagos Alpsee y Schwan.
Se pueden visitar durante el recorrido la “sala de los cantores”, la “sala del trono”, la propia habitación de Luis II así como de su servidumbre, las cocinas,…
Fue construido con muchos adelantos y modernidades para su época. Tiene una completa red de luz eléctrica, cuenta con el primer teléfono móvil con una cobertura de 6 m, cocina que aprovecha el calor siguiendo reglas elaboradas por Leonardo da Vincci, con una estufa Rumford cuyo aire caliente era usado para la calefacción central.
El Castillo Neuschwanstein,
traducido como Nueva piedra del cisne, cuenta en su interior con motivos
decorativos con este animal.
Al final el Rey Luis II solo vivió en él 172 días.
La construcción la pagó de sus propios recursos y de la asignación que le daba
el Estado. A causa de las deudas, en 1886 el gobierno bávaro lo incapacitó y desalojo de
él.
Para finalizar el día y antes de volver a Múnich, una visita por Füssen, merece la pena.
Es una ciudad que pertenece a la ruta romántica alemana en la que puedes pasear por sus bonitas calles, encontrándote un casco antiguo encantador, el Palacio Alto, Monasterio Santo Mang, casas con frontones medievales, tiendas artesanales,…
Es una ciudad que pertenece a la ruta romántica alemana en la que puedes pasear por sus bonitas calles, encontrándote un casco antiguo encantador, el Palacio Alto, Monasterio Santo Mang, casas con frontones medievales, tiendas artesanales,…
Empiezo la mañana del tercer día de viaje comprando el
Bayern Ticket con el que se puede coger cualquier transporte 24 horas (30€), me
espera un día de visitar largas distancias.
Primera parada: Olympiapark, donde se organizó en
1972 la XX edición de los Juegos Olímpicos. Tiene un área de 3 km cuadrados.
También alberga la sede del grupo
BMW, que se levantó para las Olimpiadas. Se compone de 2 edificios de Kart
Schwamer, uno un bloque de motor de 4 cilindros y el otro con forma de
neumático de coches de carreras. Te los encuentras nada más salir de la parada del metro.
El paisaje del Olympiapark se levantó sobre las colinas de escombros de los restos de los bombardeos de la 2ª Guerra Mundial.
En él se alternan las zonas verdes y el lago que lo recorre, con las instalaciones deportivas, convirtiéndolo en una visita obligada.
Olympiaturm o Torre Olímpica de 290 m de altura.
Una cubierta de vidrio y acero con una superficie de 75.000 metros cuadrados a modo de inmensa telaraña, sirve de unión entre la Olympiahalle (Pabellón de Deportes), la Olimpia-Schwimmhalle (piscina cubierta de competición) y el Olympiastadion (Estadio Olímpico con capacidad para 69.000 espectadores).
El estadio fue considerado revolucionario para su época por la gigantesca cubierta de cristales acrílicos que cubre las gradas y que queda estabilizada por cables de acero, usados por primera vez a gran escala en este tipo de construcción. Toda una belleza que no puedes dejar de admirar.
De nuevo el metro y parada frente a esta bonita estatua, “Walking Man” en la calle
Leopold.
Si sigues la dirección que te marca se llega a la Puerta de la Victoria (Siegestor), erigida
entre 1843 y 1852 por Friedrich Von Gärtner bajo Luis I y basada en el Arco de
Constantino de Roma.
Rinde homenaje al ejército bávaro que derrotó a Napoleón.
Rinde homenaje al ejército bávaro que derrotó a Napoleón.
Bonitas imágenes se encuentran a golpe de rueda, la mejor forma de recorrer y conocer una ciudad.
Así toca paseo para llegar a mi próximo destino: el Jardín Inglés o Englische
Garten.
Dicho jardín tiene cerca de 5
km de longitud y está construido sobre el terreno de los antiguos bosques
fluviales del Isar, para un total de 373 hectáreas que empezó
a adquirir forma en la última década del
s. XVIII.
El parque está lleno de
senderos y recovecos para seguir paseando. Además de un lago artificial “Klein
hessedoher see”, un templo griego del amor o Monópteros con unas increíbles
vistas del parque.
Es conocido por ofrecer a los más
audaces la posibilidad de surfear en la boca de entrada del canal artificial
que lo atraviesa, justo donde se crea una ola estática por el mecanismo
bombeador del agua.
La Torre China o Chinesischeer
Turf, zona de bancos donde pueden degustarse el famoso codillo con patatas, salchichas, cervezas... y que es conocido como el Jardín de la Cerveza.
Una vez que se sale del parque y, más concretamente por la punta contraria a la que yo entré, aparece el centro de la ciudad con la Plaza Odeonplatz, rodeada por los italianescos edificios de Feldhernhale y Theatinerkirche y por los jardines de Hofgarten, jardín renacentista en el que se puede ver el pabellón de la diosa Diana, Steatskanzlei (cancillería del estado) y la Residenz.
La Feldhernhale o Pórtico de los
Mariscales, es una copia de la Logia Della Signora de Florencia, que el rey
Luis I hizo construir como homenaje a su ejército. Aquí, el 8 de noviembre de
1923 se dirigían los seguidores de Hitler encabezados por él e iban al
ministerio de defensa. Fueron interceptados por la policía que les bloqueó el
paso. Murieron 16 manifestantes e incluso Hitler fue detenido.
La Iglesia de los Teatinos o
Theatinerkirche, se construyó como iglesia real en el s. XVII diseñada por los
arquitectos italianos Barelli y Zucalli, posee dos torres y una bella cúpula de
71 m de
altura. Su fachada rococó es de Cuvillas.
Lo mejor es terminar el recorrido y el día en una de las cervecerías típicas, hay que repostar antes de descansar.
Si eres de los que, como a mí, le gusta visitar la ciudad sin prisas pero sin pausa, quizás este último día sea de esos de los que más disfrutes. Ya me dirás si es así jeje.
Primera visita La Plaza Marienplatz y desde bien
tempranito, para ver en funcionamiento el carrillón. Esta plaza es el auténtico
corazón de la ciudad y su edificio más emblemático es el Nuevo Ayuntamiento de
estilo neogótico. La obra se prolongó 42 años (1867-1909) y su construcción estuvo envuelta en
una fuerte polémica, su torre de 85 m podía eclipsar la Catedral.
Dentro de su
torre se encuentra el carrillón, con sus 43 campanas y 32 figuras de cobre.
Pueden verse dos danzas al mismo tiempo. En el nivel superior se representa el
torneo celebrado en 1568 con motivo de la boda del duque Guillermo V y Renata
de Lorraine. En el nivel inferior, el
baile de los toneleros, Schäffler, que conmemora el fin de la epidemia de peste
que asoló la ciudad entre 1515 y 1517.
El Viejo Ayuntamiento levantado a
finales del s. XV está considerado como una de las joyas del gótico alemán.
München deriva de munichen, del
alto alemán antiguo “en el lugar de los monjes” en honor a los monjes
benedictinos que la fundaron y es en la Iglesia de San Pedro, la más
antigua de la ciudad (Alter Meter), donde se cree
que se establecieron por primera vez.
Viktualienmarkt, mercado más
grande de frutas y verduras de la ciudad. Tiene su origen en los albores del s.
XIX. En él hay 6 fuentes de actores y cantantes muy populares de la ciudad.
La Schrannenhalle, antiguo
granero del s. XIX convertido tras su restauración en un lugar de encuentro.
La puerta del Isar (Isartor) conserva intacta la estructura original del s. XIV y está decorada con un fresco que reproduce la entrada triunfal en la ciudad del emperador Luis IV el Bávaro tras su victoria en la Batalla de Ampfing.
En una de sus torres tiene sede
el Museo Valentín, actor y humorista muniqués.
St Jakobs-Platz con el nuevo
centro judío, conjunto arquitectónico que agrupa la sinagoga, museo judío y el
centro de la comunidad y el Munchner Stadt Museum, museo de la ciudad.
Seguimos por la calle Oberanger para encontrarnos con la Puerta Sendlinger Tor, que data del s. XIV.
Iglesia de los Hermanos Asam
(Asam – Kirche), a la izquierda de esta bonita calle, templo cumbre del rococó alemán de mediados del s. XVIII.
Y de nuevo en la Plaza Marienplatz para acabar una jornada en la que las ruedecitas han sido las protagonistas y en la que he podido descubrir la belleza de esta bonita ciudad.
¡Hasta el próximo viaje!
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