Ya estoy preparada para salir.
¡Qué nervios!
Mi primera escapada y pongo rumbo nada más y nada menos que a
Londres. ¿Dónde iré? ¿Qué veré? Hay tantas cosas que hacer… ¿a qué me dará
tiempo?
Empiezo mi odisea en el aeropuerto
¡qué de controles! He tenido que pasar varias veces por esa maquinita odiosa en
la que la dejan a una como su madre la trajo al mundo ¡ingleses! No hay
intimidad ninguna.
Cuando llego no me entretengo
mucho y miro la hora en este bonito “reloj”. Sí, es bonito pero… ¿por qué hay
tanta gente haciéndose fotos con él? Tendré que preguntar.
Está junto al "Parlamento" así que seguro que es así para que puedan verlo bien los que trabajan y salir para casa a tiempo.
Voy a cruzar este puente… ¡eh,
taxista! ¡Pues no va por el carril de la izquierda! ¿La gente no sé da cuenta
de eso? ¡Madre mía, que locura! Menos mal que yo circulo por la acera.
Vaya parecen que están en feria
por aquí, hay una “noria” gigante. Creo que paso de montarme no me maree y eche
el té y las pastas que me he tomado hace un ratito.
A cada paso que doy me voy encontrando con edificios que sorprenden por su arquitectura y belleza. ¡Qué profunda! ¿Qué llevaría el té que me acabo de tomar?
Sí, si que es grande el reloj se
ve desde lejos, debe ser importante.
Parece un buen sitio para tomarse
algo “elemental querido Watson”.
Uf, que cansado es esto. No paro
y todo es alucinante. Creo que voy a descansar un poco en este cruce de calles,
parece un “circo” con tanta gente. Me recuerda alguna película pero ahora mismo
no sabría decir cuál. Es una zona muy ajetreada y desde aquí, cuando me recupere, visitaré los teatros más importantes de la ciudad hasta llegar al soho.
Por el camino me voy encontrando maravillas tipicas londinenses. ¿Os suenan?
Y como no podían faltar otros de los símbolos de esta ciudad: los entrañables autobuses y el gorro de la policía, incluso se podían comprar réplicas.
¿Creíais que no me alimento?
Venir a Londres y no probar un “fish and chips” es pecado aunque… esto para mí
que es algo empanado con papas fritas pero bueno, “todo gud, todo gud”, es lo
que puedo decirle al camarero simpático.
Otro día otra zona que visitar.
Esto es lo más cerca que he estado de las “Joyas de la Corona”, no me dejan pasar,
se ve que no se fían de mí. En mi interior caben pero… ¿qué iba a hacer con
ellas?
Este sitio es precioso y de nuevo
esa sensación de haber visto en una peli o en la tele las vistas. Hace
fresquito y se pone a llover, que raro ¿no? Antes de salir comprobé el tiempo
por Internet y no decía nada de lluvia, tuve que poner mal la fecha.
¡Oh, qué bonito! “La guardia” se
pasea por el “Palacio”, pero qué calor de pronto. Este tiempo está loco aunque
así seco mis ruedecitas que con tanto paseo van a terminar destrozadas y no me
he traído de repuesto.
Nada más ver esta plaza se me vino a la memoria las viejas postales de mi madre guardadas en un albúm y algo olvidadas junto con otras cosas en mi habitación del trastero.
Para ponerle un poquito de música a mi recorrido, nada como pasear y comprar algo en uno de los mercados de la ciudad. Está bien pensado y además cubierto, que pueda descansar un rato de la lluvia, se me van a oxidar los engranajes.
No puedo irme sin visitar las
“galerías” famosas esas que ponen las rebajas por Navidad y la gente se vuelve
loca aunque en realidad parece un bloque de oficinas ¿no?
Un último vistazo al Támesis con sus maravillosas vistas de la ciudad y al
paseo del parque, engalanado como la ocasión de mi visita se merecía, y para casa.
Me llevo un montón de imágenes en la memoria aunque me he quedado con ganas de ver
más sitios. Sin duda... creo que volveré.